Trato de plasmar en mis obras, un arte que existe en el interior de cada uno de nosotros. Todos tienen entre sí, relación: el mar, el cielo, la tierra, las luces y las sombras, que son símbolos de lo desconocido. Por otro lado están los animales, el hombre, los barcos, el bosque, las cosas que, aunque diferentes, contribuyen a la formación de un Todo; conviven en un mismo espacio y se complementan.
En la introsprección entran los sueños, esperanzas, anhelos, cosas que existen, pero no tienen lugar específico. En nuestra introspección, "las puertas", pueden significar lo desonocido, la barrera entre la vida y la muerte; el interior o el exterior; lo mágico, lo misterioso. "Las ventanas" nos proyectan una visión de luz, a la vida; sabemos que si las abrimos encontraremos un mundo mágico de color e ilusión; quedarse con las ventanas cerradas es estar enajenado, oculto, sin llegar a vivir nunca con luz y esos colores.
Todo esto es lo que trato de reflejar en mis obras, pretendo que al contemplarlas perciban la intención plasmada en ellas...
"Nada como el arte y nadie como el artista para poder transmitir un mundo de sensaciones, emociones, sueños y utopías..."
En la urdimbre de sus sueños, comienza Marta Cóccoli a combinar colores y emociones que luego pacientemente irá transponiendo a sus primeros tapices,en una búsqueda constante de un lenguaje sensitivo que pueda expresar ese mundo interior que casi inexplicablemente anima a todo creador.
Su posterior pasaje a la denominada pintura de caballete y la conducción de su profesora Nelly Corominas, y su maestro Clever Lara, le abren un camino de infinitas posibilidades, no solo técnicas, sino temáticas.
Es allí donde, ya definitivamente, se pone de manifiesto su natural inclinación por el color, sin abandonar la forma; en este caso, el buen tratamiento de tonalidades van conformando una pintura, que si bien figurativa, no abandona por ello lo sugerente, dando lugar a una lectura (no olvidemos que toda obra es una forma de diálogo con el espectador), donde la luz introduce un nuevo elemento (esta vez emocional), donde la visión se amplia dando lugar precisamente a lo sugerente, a lo emotivo, a la "recreación de aquel paisaje o personaje que nosotros, espectadores, alguna vez... vimos o soñamos"
Y allí se cierra el ciclo, el artista ha salido de su introspección, de su tarea en solitario, se ha abierto al diálogo, ha puesto al descubierto su mundo interior; nosotros, interlocutores, tenemos la tarea de abordar ese lenguaje con todos nuestros sentidos, para poder entonces sí disfrutar de una creadora de firme vocación.
Montevideo, Uruguay - Septiembre 2000 Julio Garategui